sábado, 16 de julio de 2005

Laura Restrepo, La isla de la pasión


El miércoles 13 de julio del 2005, la China me pidió que la llevara a Coyoacán. La llevé y entré al Sanborn’s. Ahí me encontré con este libro. Me interesó porque de Laura Restrepo ya había leído Delirio.

La tarde de ese miércoles empecé a leerlo y fui descubriendo aspectos por demás interesantes; por ejemplo, contrario a lo que creía, esta obra es anterior a Delirio, pues La isla de la pasión fue escrita en 1989, pero sólo hasta 2005 se editó por primera vez en México. Segundo, que el protagonista de esta historia es un antepasado de mi amigo Pablo Hernández Vignon. Tercero, algunos pasajes de esta historia se desarrollan en Orizaba, Veracruz, ciudad en la que trabajé muchos sábados (entre los años 2000 y 2003) como asesor de la maestría en educación.

La historia tiene una narración entre nostálgica y forzada. Creo que la realidad debió ser más cruda, pero la magia de la pluma de Restrepo la hace llevadera y predecible gracias a las prolepsis y las claves que nos da desde las primeras líneas. Por momentos tiene alpistes de periodismo. Es una buena historia, diría que una gran historia. Por eso, cuando la lean, espero que la disfruten tanto como yo.

La madrugada del sábado 16 de julio, a las 3:00 horas, cerré la cuarta de forros, me limpié lágrimas, pensé en mi hija que está junto a mí y en mi hijo a miles y miles de kilómetros; marqué la cuarta con mis tres cruces acostumbradas y la besé. Luego, me perdí en un profundo sueño.

J. Antonio Galván P.
16 de julio del 2005

sábado, 26 de marzo de 2005

Tomás Eloy Martínez, Santa Evita

Este libro lo vi hace unos meses en un estante de la librería Gandhi. Me dieron ganas de comprarlo, pero no lo hice. A mi hijo se lo dejaron leer para su materia de Periodismo, lo leyó y lo dejó por ahí, perdido entre muchos otros libros. La mañana del Miércoles Santo, 23 de marzo (aniversario número 11 del asesinato de Colosio), llegó a mis manos y comencé a leerlo.

Desde la primera línea el libro me atrapó, quizá porque a cada momento llegaban a mi mente las escenas de un documental y una película que vi sobre Eva Perón. También me sedujo porque a cada rato su autor, Tomás Eloy Martínez, nos hace saber sus impresiones sobre el propio personaje y nos devela sus propias incertidumbres sobre la historia y los retazos que va encontrando durante muchos años de búsqueda.

Ese contrapunto entre la realidad y la ficción hacen de esta novela una pieza mágica para el que la lee.

Así, de Miércoles a Sábado Santos, invertí parte de mi semana de vacaciones acompañado de un sentimiento encontrado: el placer de la lectura y el dolor de otras muchas cosas que se quedaron pendientes para otros días u otras vacaciones.

José Antonio Galván Pastrana
Col. Moderna
26 de marzo del 2005