lunes, 17 de julio de 2006

Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento

Esta obra me la prestó Mara Arellano y me aseguró que era una gran novela. Durante mucho tiempo, casi un año, estuve buscando el momento para leerla. Eso sucedió en mis vacaciones de julio del 2006. El martes 11 inicié su lectura. Ese día y el siguiente enfoqué mis esfuerzos en descubrir los hilos conductores. El jueves 13 salí, junto con Margarita rumbo a Tecolutla, Veracruz. El viaje, en autobús, de casi 7 horas me permitió avanzar notablemente. Viernes, sábado y domingo pude dedicarle muchas horas, ya en la habitación del hotel, ya en la playa. La mañana del lunes 17, leí las últimas líneas, invadido por una gran emoción, ésa que provocan las obras que nos llenan los ojos con las imágenes de las acciones de los personajes.

En La sombra del viento dos vidas aparentemente paralelas se tocan en el tiempo. Pareciera que el destino se empeñara en que Julián tendiera los lazos que hicieran posible la vida de Daniel, mientras que el hacer de éste permitiera rehacer la vida, solitaria y triste, del primero.

El señor Sampere y su esposa muerta, padres de Daniel, Barceló y su sobrina Clara, Nuria Monfort y su padre Isaac, Fermín Romero de Torres y la Bernarda, Beatriz Aguilar y su hermano Julián y Penélope, entre muchos otros, trabajan como personajes literarios y nos llevan por las calles y palacetes de Barcelona. Casi siete décadas del siglo XX que se concentran en una: de 1945 a 1955, pero que sólo se explican gracias a los hechos pasados y los que se proyectan al futuro.

J. Antonio Galván P.
Tecolutla, Veracruz
17 de julio del 2006