jueves, 20 de diciembre de 2007

Gustavo Bolívar Moreno, Sin tetas no hay paraíso

Catalina, la protagonista de esta historia, desde sus 13 años de vida se da cuenta que para poder conquistar el paraíso necesita dos cosas que la naturaleza le negó: tetas.

Carecer de ellas la excluye del mundo que otras mujeres de su edad sí pueden disfrutar: joyas, ropa, paseos, dinero, diversión, etc. Por ello, en medio de la pobreza en la que vive, el único sueño de Catalina es contar con dos tetas que le permitan conquistar y no ser despreciada por los hombres poderosos, los que tienen dinero en exceso gracias a su participación en el narcotráfico.

La historia se centra en la Colombia de la década de los 90, una vez que los grandes capos de la droga han muerto o han sido extraditados a los Estados Unidos, pero sus segundos o terceros comienzan a reorganizar el fructífero negocio.

Pareciera que el destino se empeñara en jugarle malas pasadas a la joven Catalina. Es traicionada por los seres en los que más confía: su madre, su novio Albeiro y su amiga-madrota Yésica, además de muchos otros con los que se va topando en la búsqueda de su sueño: convertirse en una prostituta reconocida en el círculo de los capos de la droga.

Interesante relato que viene a insertarse en esa temática que reproduce los pesares de la sociedad colombiana asolada por el narco. Una realidad en la que lo menos importante es la vida y donde las venganzas y el autoritarismo marcan la cotidianidad. La lectura de esta obra me hizo recordar la de otro colombiano, Fernando Vallejo y La virgen de los sicarios.

Dicen que Sin tetas no hay paraíso es una telenovela muy exitosa en Colombia y Venezuela. De hecho, su autor Gustavo Bolívar es un reconocido guionista. De ahí que la obra no se pierda en amplias descripciones sino que muestra imágenes en movimiento que van desarrollando rápidas escenas que te mantienen en constante interés. Lástima que la pésima edición del texto provoque un enojo tras otro en el lector.

Del 7 al 19 de diciembre del 2007 disfruté esta historia. Lo hice con la emoción de saber que mis hijos pronto llegarían a México. Sofía regresaría de Washington y Antonio, de San Francisco.

J. Antonio Galván P.
Tláhuac
20 de diciembre del 2007