viernes, 28 de marzo de 2008

¡¡¡Ya llegué!!!


Estimado/a navegante:

Un poco tarde, pero al fin me decidí a entrarle a este mundo de los blog. Dudaba hacerlo porque el tiempo es muy escaso. No vale la pena inundar el ciberespacio con eructos momentáneos.

Este rincón está destinado a publicar una sección que empecé hace algunos años, la titulé "separador" en una de las carpetas del disco duro de mi pc, mi lap y mi usb. "Separador" busca recordarme y compartir con otros mis percepciones sobre mis lecturas literarias. Los textos no son reseñas críticas que sirvan al lector para formarse una idea sobre el contenido de un texto y, a partir de ahí, decidir si lo lee o no; son sólo apuntes personales que, gracias a este medio, pueden motivar una comunicación entre dos, tres o cuatro...

Además, en nuestro recorrido como lectores, nos encontramos con fragmentos enriquecedores que, inundados de olvido, permanecen muertos en el libro cerrado. Ante ello, aquí rescato algunas líneas que me parecieron curiosas o pujantes o irónicas o patrióticas o didácticas o dignas de leer y volver a leer, así como paráfrasis personales o textos originales que de vez en cuando se alimentan en mi mente y mi pluma lleva al papel.

Gracias por haber tocado esta pequeña ventana. Bienvenida/o a este rincón.

J. Antonio Galván P.

jueves, 27 de marzo de 2008

Héctor Aguilar Camín, La conspiración de la fortuna

En diciembre del 2006 me regalé este libro. Empecé a leerlo en dos ocasiones, pero no le pude clavar el diente. La tercera fue la vencida, y ésta inició el 18 de marzo del 2008 y concluyó nueve días después: la tarde del jueves 27.

Supuse, y no me equivoqué, que esta historia se inscribía en la temática que tanto le gusta a Héctor Aguilar Camín: novelar pasajes de la historia de México basados en la política, así como sucede en Morir en el Golfo, La guerra de Galio o El resplandor de la madera.

La conspiración de la fortuna es el relato de una amistad, la que se da entre el personaje principal, Santos Rodríguez, y un periodista (cuyo nombre nunca se menciona) que lo cuenta. Éste se convierte en testigo, personaje y relator. La historia abarca casi medio siglo, desde que Santos es ingeniero constructor y requiere del periodista para sensibilizar a los habitantes de un pueblo, para que permitan la “desaparición” de éste a cambio de los beneficios que les traerá la construcción de una presa. Ahí arranca la amistad entre estos personajes y los deseos de Santos por acceder a los círculos privilegiados del poder.

Entonces aparece la política, sus angostos callejones y sus anchas avenidas, que serán recorridos uno a uno por Santos Rodríguez en el microcosmos armado pieza a pieza por la pluma de Aguilar Camín.

Así nos enteramos de las múltiples vidas de Santos: el amigo, el ingeniero exitoso, el político soberbio, el fundador de su primera familia (con su esposa Adelaida y sus tres hijos: Santos, Sebastián y Salvador), el fundador de su segunda familia (con su amante Silvana y su hijo Salomón), el marido por conveniencia, el adúltero por amor, el personaje al que la fortuna le da la espalda en dos ocasiones.

La historia, política y amistosa, tiene como contexto un país: México, y sus avatares en la búsqueda del progreso, mismo que nunca cuaja para las mayorías sino sólo para aquellos que tienen el acceso a la función pública, los grandes negocios dentro y fuera del gobierno, el poder de las armas o el poder de los negocios al margen de la ley (el narcotráfico).

Asistimos, pues, a las distintas escenas en las que se hilvanan los hilos que poco a poco van uniendo los retazos de las vidas de Santos Rodríguez. Escenas bien logradas aunque al final quedan algunos cabos sueltos que el escritor no logra amarrar ni cortar.

La lectura de este libro tuvo como telón de fondo al propio México que se sigue tropezando en los escalones que conducen al progreso: que si el gobierno panista quiere privatizar Pemex, que si los lopezobradoristas se oponen, que si los perredistas son tan tramposos como los priístas, que si… Y otro más personal: el ascenso del doctor Ruperto Patiño a la Dirección de la Facultad de Derecho de la UNAM, razón por la cual esta lectura y estas líneas están dedicadas a él por tan importante logro académico y como agradecimiento por lo ha hecho a favor de la familia de este lector-amanuense.

J. Antonio Galván P.
Colonia Moderna
27 de marzo del 2008

lunes, 17 de marzo de 2008

Alejandro Almazán, Gumaro de Dios, el Caníbal

Del 2 al 13 de marzo del 2008 leí este trabajo periodístico de Alejandro Almazán (ganador en tres ocasiones del Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de crónica).

El texto versa sobre un hecho macabro sucedido en una choza situada en el kilómetro 26 de la carretera Playa del Carmen–Cancún, en el estado de Quintana Roo, en diciembre del 2004: Gumaro de Dios Arias asesina a su pareja homosexual, “el Pelón”, y lo convierte en una especie de despensa al ir disponiendo, para comer, los trozos de la carne del occiso.

Un conocido de Gumaro da aviso a las autoridades policíacas y ahí empieza la historia pública y mediática de “el Caníbal”. El cronista Alejandro Almazán recrea el hecho y lo presenta en esta obra, cuyo valor periodístico está más allá del origen truculento que le da vida.

La crónica es reconstruida gracias a la entrevista (en diversas ocasiones) que el reportero realiza con Gumaro (en el penal de Playa del Carmen y en el Centro de Rehabilitación Psicosocial en el estado de Morelos); con Rosa, hermana de Gumaro; y con algunas personas que conocieron a éste antes o después del crimen. Además de la consulta del expediente del inculpado y de la observación que el reportero realiza sobre la persona de “el Caníbal” y los ambientes en los que él vive como preso y como enfermo mental.

Es muy difícil, tanto para el reportero como para el lector, encontrar los asideros de certeza en torno de la personalidad de Gumaro. ¿Qué de todo lo que cuenta sobre su persona es cierto y qué es producto de su fantasía? Hay un Gumaro “normal” como niño y joven que forma parte de una numerosa y humilde familia, y un Gumaro delincuente a partir de su ingreso y salida del ejército mexicano: experiencia que marca y cambia su vida.

En el relato, destaca la voz del periodista que desde la primera línea se asume como tal y que nos lleva de la mano, como lectores, a los momentos más importantes y significativos que permiten formarnos una idea personal de Gumaro de Dios hijo, hermano, drogadicto, violador, asesino, caníbal, enfermo mental, enfermo de sida.

J. Antonio Galván P.
Col. Doctores
17 de marzo del 2008