miércoles, 30 de julio de 2008

Alejandro Aura, Despedida


Hoy partió Alejandro Aura,

promotor cultural, promotor de la palabra que se dice y que se lee y que se canta, promotor de la amistad, promotor de la obra que se escribe y se dirige y se actúa, promotor de la vida y la ciudad.

Se fue sin reproches y sin rencores, aunque algo apenado porque no pudo cambiar el mundo que le tocó vivir.

Hoy sus aureolas lo echan de menos. Su obra queda escrita en poemas, artículos, ensayos y textos narrativos y teatrales. Cantó sus últimos boleros a la vida.

Reproduzco Despedida, su postrer poema.

Visita su página www.alejandroaura.net

DESPEDIDA
Alejandro Aura


Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.


¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.


Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.


viernes, 18 de julio de 2008

Antonio Orlando Rodríguez, Chiquita


Premio Alfaguara 2008

Los premios que obtienen ciertas obras se convierten en determinantes para que nosotros, lectores, decidamos recorrer sus páginas e interesarnos por las historias que nos tienen deparadas.

El nombre del autor, en este caso, no me decía nada. Después supe que se trata de un escritor cubano que ha publicado algunas novelas desconocidas totalmente para mí.

La historia de Chiquita es tan singular como el propio personaje. Está contada a tres voces y escrita a dos manos. Primero, el personaje Espiridiona Cenda “Chiquita” le dicta a Cándido Olazábal sus recuerdos; muchos años después, Cándido le sugiere a Antonio Orlando Rodríguez que escriba la versión final de esa biografía. El resultado es una novela, en partes tan cierta como que relata la vida de una persona que realmente existió, en partes inventada por la propia “Chiquita”, su primer amanuense y el autor de la obra.

Espiridiona Cenda nació en Matanzas, Cuba, el 14 de diciembre de 1869, y de bebé a adulta sólo creció 26 pulgadas. No ganó ni perdió una: al morir el 11 de diciembre de 1945, tres días antes de cumplir 76 años, medía exactamente lo mismo.

Chiquita, como novela, nos cuenta la vida de esta diminuta persona, desde las preocupaciones de sus padres al ver que no crecía, su infancia y su adolescencia en la isla caribeña, hasta sus grandes éxitos artísticos en Estados Unidos y Europa.

A pesar de que en su país natal Espiridiona Cenda nunca fue conocida ni reconocida como artista, ella siempre se presentó y defendió su ser como cubana. Su vida coincide con parte de la lucha de ese país para lograr su independencia de España. Por eso la obra entrecruza dos hilos: la historia de “Chiquita” y la de Cuba antes de convertirse en república.

Espiridiona, desde niña, tendrá el don de caerle bien a la gente, por ello su paso por este mundo está lleno de coincidencias con otras muchas personas, la mayoría importantes (sobre todo en el ambiente artístico) que le permitirán descubrir y perfeccionar sus talentos, mismos que la llevarán a ser una gran artista que actuará en los mejores escenarios de su tiempo.

Lectura recomendable que nos permite recrear escenas documentadas por la historia y trozos imaginarios surgidos de la mente de Espiridiona, Cándido y Antonio.

La lectura de este río, a veces apacible a veces desatado, la inicié el domingo 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, en la Ciudad de México; la continué en La Habana, Cuba, del 13 al 17 de julio; y la concluí la calurosa mañana del 18 de julio en la habitación 5404 del hotel Meliá Varadero.

José Antonio Galván Pastrana
Varadero, provincia de Matanzas, Cuba
18 de julio del 2008