miércoles, 25 de marzo de 2020

Mateo García Elizondo. Una cita con la Lady




#PáginasEnCurso

La lectura de esta novela (México: Anagrama, 2019. pp. 197) fue de resistencia. La comencé el último día de 2019, en Washington, D. C., mientras visitaba a Emiliano; y la concluí la mañana del 23 de marzo de 2020, en Tlaxcala, enclaustrado y amenazado por la pandemia del siglo.

La única motivación que tuve para leerla fue el morbo: el autor es nieto de dos grandes escritores: del colombiano Gabriel García Márquez y del mexicano Salvador Elizondo. Así es que el primer propósito fue constatar si nieto de tigres, tigrillo. La sorpresa es que vi más una historia oscura con estilo cercano al mundo narrativo de Juan Rulfo.

La resistencia obedeció a que en muchos pasajes la novela es repetitiva: el narrador protagonista se duerme con un ansiado propósito y resulta que al despertar se decepciona de no haberlo logrado. Así, el lector no encuentra atractivos para continuar leyendo. Habría que pedirle a Daniel Pennac que aumente un derecho imprescindible del lector: el derecho a resistir, hasta llegar al final de la travesía.

Dejo para ustedes dos párrafos sugerentes:

Vine al Zapotal para morirme de una buena vez. En cuanto puse el pie en el pueblo me deshice de lo que traía en los bolsillos, de las llaves de la casa que dejé abandonada en la ciudad, y de todo el plástico, todo lo que tenía mi nombre o la fotografía de mi rostro. No me quedan más de tres mil pesos, veinte gramos de goma de opio y un cuarto de onza de heroína, y con esto me tiene que alcanzar para matarme. Porque si no, luego no tendré ni para pagar la habitación, ni para comprar más lady. No me va a alcanzar ni para una triste cajetilla de cigarros, y me voy a morir de frío y de hambre allá afuera, en vez de hacerle el amor a la Flaca, lento y suave, como tengo planeado. Creo que con lo que tengo hay de sobra, pero ya van varias que no le atino y siempre vuelvo a despertar. Algo debo tener pendiente. (Párrafo inicial, p. 9)

Creo que en el fondo lo que intenta uno curarse es esta soledad que sientes cada vez que se pasa el flash, cuando entiendes que te estás quedando solo, que tus compas se te están muriendo uno por uno, y los que no se mueren se van, te abandonan. Así como me abandonó mi familia por vender hasta mi alma y volverme escoria, igual me abandonó mi madre, con el simple acto de parirme. Hasta mi Valerie me abandonó, por quererme alcanzar. La única que no te abandona es la lady. Ella siempre está dispuesta a recibirte, es la única que te proporciona algo así, algo parecido al amor, a un abrazo tan estrecho que a veces te cuesta trabajo respirar. Terminas como yo, dejándolo todo, yéndote de la ciudad porque no hay nada peor que estar rodeado de gente y aun así sentirte solo; pero mira adónde llegas. Este lugar al que vine a dar tiene que ser el pueblo más desolado del mundo. (p. 132 y 133)

#LaLecturaNosHaceLibresyFelices

Fuente:
Mateo García Elizondo (2019). Una cita con la Lady. México: Anagrama, pp. 197.

José Antonio Galván Pastrana
Tlaxcala de Xicoténcatl
25 de marzo de 2020