viernes, 14 de octubre de 2011

El adiós de Granados Chapa


Para Antonio Valentín por sus 27

Escribo esta entrada obligado por la prisa. En la edición de Reforma de hoy, 14 de octubre, la columna “Plaza Pública”, del maestro Miguel Ángel Granados Chapa, concluye con un renglón huérfano que dice: “Esta es la última vez que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.

Granados Chapa, con su modestia y sencillez habituales, ni siquiera se dio el lujo de utilizar su espacio para anunciarnos los pormenores de su retiro. Fiel a su ausencia de protagonismo le bastaron trece palabras para decirnos que se va, que no estará más con nosotros, sus lectores asiduos o esporádicos. Eso muestra la grandeza del hombre, del periodista, del columnista y del maestro. El que hizo de su oficio la más importante razón de su existencia, sin mayores pretensiones que dar a sus miles de lectores un puntual análisis de los sucesos más relevantes de su presente que se prolongó por más de tres décadas.

Tras el asesinato de Manuel Buendía, la tarde del 30 de mayo de 1984, quedaba más que claro que el hueco que dejaba “Red Privada”, la columna que don Manuel escribía y que se publicaba en más de 30 diarios, poco a poco sería ocupado por la de su alumno y amigo Miguel Ángel. Y así fue.

La "Plaza Pública" que nació en Cine mundial, que luego pasó por Proceso, Uno más uno y La Jornada, y que desde hace tres lustros tuvo su lugar en Reforma, se convirtió en espacio obligado para tratar de entender las complejidades de la política, la economía, la cultura y la sociedad mexicanas. El pensamiento limpio y ordenado de Granados Chapa nos hizo transitar por los senderos más obscuros del acontecer nacional, para entender su significado y trascendencia. Para muchos de nuestros gobernantes de ayer y hoy es un periodista incómodo; para los ciudadanos de a pie, la pluma que les dio voz y cobijo para denunciar las injusticias y las impunidades que padecemos.

Mucho debieron batallar Silvia Cherem (Por la izquierda. Medio siglo de historias en el periodismo mexicano contadas por Granados Chapa) y Humberto Musacchio (Granados Chapa, un periodista en contexto) para lograr que Granados aceptara que ellos escribieran su biografía. Por eso en estos momentos se potencia la tarea de ambos periodistas para reconstruir la historia del columnista hidalguense.

En esas obras Granados Chapa afirma que cuando las fuerzas le falten y, a causa de su enfermedad, sienta que ya no puede analizar con rigor los sucesos de la actualidad nacional, determinará, junto con sus hijos, que es la hora de anunciar la retirada.

Pues bien, parece que ese momento ha llegado. Se anuncia con el estruendo de trece palabras, mismas que desde las primeras horas de hoy han sido replicadas en múltiples espacios radiofónicos y electrónicos.

A los lectores nos duele que Miguel Ángel abandone la plaza que él construyó, no para imponer su criterio ni su verdad sino para aglutinarnos en un espacio de denuncia, debate y diálogo. Ojalá que esta decisión abone a favor de su restablecimiento, para que en breve podamos seguir abrevando de la fuente que se encuentra justo en medio de esa plaza.

José Antonio Galván Pastrana
Tláhuac
14 de octubre de 2011




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