martes, 15 de mayo de 2012

Carlos Fuentes, después de ti ¿quién?




Hoy es un Día del Maestro totalmente diferente y triste: murió Carlos Fuentes, el más grande de los escritores mexicanos del Siglo XX y de lo que llevamos del XXI. En noviembre de 2009, cuando cumplió 80 años, rescaté del Anuario 1947 del Colegio Francés Morelos una reseña en la que el joven Fuentes (a sus 19 años) es protagonista. Esta evocación se publicó en la "Página blanca" de la revista eme-equis. Se las dejo como un homenaje a este mexicano universal, a quien desde hoy extrañamos porque era parte de nuestra conciencia.

¿Te acuerdas, Carlos?

por José Antonio Galván Pastrana

En 1947, hace apenas sesenta y un años, concluías tu formación como bachiller en el Colegio Francés Morelos, de los Hermanos Maristas.

Participaste en el concurso de Literatura (en prosa) y tus compañeros Melchor Ortega y otro identificado como E. L. P. escribieron esta pequeña nota que se publicó en el Anuario 1947 del CFM:

En prosa ocuparon los tres primeros lugares, respectivamente: “Rondalla del Sur”, “Senderos” y “Nueve más uno” que, bajo diferentes pseudónimos presentó el talentoso compañero Carlos Fuentes Macías. Su cultura extensa y variada, sus facultades literarias, su genuina y decidida vocación por las letras, auguran para él grandes triunfos literarios en un porvenir no muy lejano.

El estilo de Fuentes, a veces preciosista o exagerado, posee agilidad y sutileza capaces de engendrar obras de valor artístico. Su imaginación es deslumbrante. Las figuras que salen de su pluma son variadas y amenas. Sus conjuntos son armoniosos y brillantes. Sigue las corrientes modernas de Literatura. Podemos asegurar, sin pretender meternos a profetas, que Carlos figurará en breve en las letras mexicanas y que hoy es, sin ninguna duda, el mejor prosista que se ha revelado en las aulas forjadoras del Colegio Francés de Preparatoria.

El H. Jurado Calificador de este Concurso estuvo integrado por los Profesores: Dr. Salvador Mora Lomelí, Lic. José Palafox Águila y el Lic. J. Enrique Moreno Tagle.
 
La misma fuente registra que formabas parte del grupo de Bachillerato en Derecho y Letras y conserva un texto de tu autoría, que titulaste Algo de historia:

Comienza el curso 1946… A las aulas del Colegio Francés Morelos acuden, para formar el abigarrado conjunto de la clase de Abogados, la flor y nata (sic) de diversas secundarias de la Capital y de Provincia…

            Prosigamos la historia… El grupo de cohibidos jóvenes recibe la primera cátedra. Tras un escritorio surge el “dómine de la batuta” que a voz en cuello dice: “Hablando en plata, son unos mensitos…” Y se oye luego un rumor extraño, arcaico, cual si surgiera de las ruinas de Pompeya y Herculano: “Rosa, rosae… amo, amas, amavi, amatum, amare…” Apenas los alumnos se han repuesto del susto, escuchan estas saboreadas palabras: “Bsss… Me voy, ―dijo el mono―, a construir mis ciudades”… Tan hermosa peroración es interrumpida por la parisina voz de quien amablemente nos llama “¡bola de lépegos!”, hiriendo así nuestros más delicados sentimientos (¡ejem!). Después se oye un terrible maremagnun de voces confusas: “Esto me rrrrrepatea”… “ya ves, Riquelme, aquí ni un amigo”… No faltan acentos del Caribe: “oye chico… éto é etafá a su padre… ¡caballero!”. Y retiembla en sus centros la tierra…; aparece la gigantesca figura de un profesor de historia… A continuación, otro de los más conspicuos catedráticos de ciencias históricas suelta esta lapidaria frase: “¡Aquí huele a circo!” (¡Y aún no estaba entre nosotros el célebre Dunstano!)

            Llegamos al Año II de la Odisea… Somos despertados del profundo letargo que nos produjeron las bien merecidas (!) vacaciones, por una voz tenebrosa que anuncia: “¡Osiyá llegué, siño!”; un “forjador de generaciones estudiantiles” se enfrenta a un conglomerado de “hipocritones abominables, perversos, que ignoran que esto es un valle de lágrimas…”

            Alegre y movida fue esta vida de Segundo Año… Del grupo de futuros “buscapleitos” surgieron angelicales personajes: Agüero, Gasió… Pero oigamos la inusitada sinfonía (!) de ruidos y voces lejanas: Pulos abre las ventanas con gesto melodramático; el “Chato” Nassar transmigra a través de la clase al pujido de “Eeeeehaaaaa-jaaaaah”; Utrilla llora desconsolado en un apartado rincón: (“¿Pooorqué te hiiizoo el destinooo…?”); Morán, tímidamente (?) ríe; pasa cual estrella fugaz el “cometa” Pérez; Bermúdez de Castro, con parsimoniosa voz, destila palabras llenas de humildad: (un fuerte olor a violeta se expande en todos los ámbitos del salón); nuestra atención se vuelca sobre el “Monstruo” González Cossío (Díaz), quien buscan incansable a “la musa de la nueva verdad”; deambula entre las bancas el narcotizado “Zombi” Martínez; del techo se descuelga la furibunda mole del “Trucutú” Obregón. Descansemos de tantas y tan fuertes emociones: Veamos tranquilamente sentado al elegante compañero Mier, conservador del castizo idioma (“¡Hiya, baby!”), cerca de nosotros el flamenco Graff; aquí, los académicos Núñez y González Rebollo, tragando avorazados, gruesos y complicados volúmenes; en otro rincón, el incógnito Butrón… Por fin oigamos la voz chillona de Cortazar  reclamando sus derechos…

            Bien dice el dicho: “las apariencias engañan”… Tras la vana apariencia, tras la cortina del aparente “relajo”, este grupo de Abogados vislumbró, siquiera en lontananza, la gran labor que, como futuros depositarios del Derecho y de la Justicia, pesará sobre nuestras débiles espaldas… Aprendió a querer, sin distingos, a través del tamiz de la hilaridad, a todos los Profesores que hubieron de soportarnos… Hubo jocosidad; también mucho cariño: a nuestro Colegio, a nuestros maestros, a nuestra carrera, a nuestra Patria. ¡Que no se diga jamás que, los acaso alegres componentes del grupo de futuros abogados que hoy terminan su Bachillerato, carecieron de nobleza de sentimientos, de un corazón bien puesto! Para terminar, un recuerdo especial para los que fueron nuestros titulares: los Profesores López Parra y Santana.

En ese ciclo escolar, estimado Carlos, fuiste uno de los alumnos más premiados de tu grupo. Obtuviste el primer lugar en Aprovechamiento, el segundo en Moral y también el segundo en Conducta. Otros de tus compañeros, igualmente destacados, fueron Francisco Barba, Arturo González, Víctor Manuel Graff, Ricardo Nassar…

Integraste la última generación del Colegio Francés Morelos, ubicado en avenida Morelos # 30, que se trasladó a la colonia Del Valle como Centro Universitario México, ¿te acuerdas, Carlos?

Fuente: Colegio Francés de Preparatoria. Memoria y premios, número especial 1947.

José Antonio Galván Pastrana
Tláhuac
15 de mayo de 2012

1 comentario:

Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar dijo...

Amigo Pastrana, al igual que usted lamento profundamente la sensible pérdidad del gran escritor Carlos Fuentes, a la cual no me referiré en virtud de que ya ha pasado el momento para hacerlo. Pero igualmente la lectura de sus recuerdos, trajeron a mi mente otros muy personales y queridos, que quizá usted pudiera acrecentarlos con algún comentario al respecto.
En el cuerpo de su relato, menciona usted a mi Señor padre como parte del jurado de aquel concurso literario de 1947, al Dr. José Palafox Aguila (qepd). ¿Será que Usted guarde algún anécdota, fotografía, texto o algo referido a mi padre? Si es así, mucho le agradeceré pudiera usted contactarse con su servidor, Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar en jcpps@hotmail.com o en mi blogg http://jcpps.blogspot.com/ no le ofrezco mi dirección personal para contactarnos en virtud de que radico en Santiago de Chile, lo cual le puede quedar algo distante. Sin más por ahora le envío un cordial saludo y le agradezco la atención que se sirva dar a mi inquietud.

Atentamente.