Del
18 de julio al 5 de agosto de 2018 leí la segunda novela de Alma Delia Murillo:
El niño que fuimos (México, Alfaguara, 2018. pp. 302). Me enteré de esta
novela en La Tertulia, un programa radiofónico que se transmite los domingos de
8:00 a 9:00 de la mañana en Radio Red FM (92.1 de la Ciudad de México). La
entrevista que Mayra González y Jorge Alberto Gudiño, los conductores, tuvieron
con Alma Delia, despertó mi interés por leer esta novela.
En
verdad fue una experiencia gozosa y entretenida: cuando la historia parecía
acabarse o perderse, la autora introducía una nueva situación, un nuevo
conflicto, que rescataba no sólo esa parte de la historia sino a la novela
misma.
A la
usanza de Arístides Lombardero, personaje de @eduardosacheri en La noche de
la Usina, les dejo algunas pistas de esta historia:
· Dos niños y una niña se encuentran en un internado.
· Uno ha perdido a sus padres; otro está a punto de perder a
su madre; otro, dadas las carencias familiares y los muchos hijos, ha sido
enviado a ese colegio.
· Este trío genera algo más que un pacto de amistad pasajera.
· Una biblioteca como
lugar de encuentro y descubrimiento.
·
Un trapo se convierte en cómplice y compañero.
· Travesuras y buling acompañan a los adolescentes.
· Prácticas iniciáticas de adolescentes.
· La prostitución como forma de sobrevivencia.
· Un intento de suicidio une al trío y otro (viral) los vuelve
a reunir.
· La mediación de las redes sociodigitales.
· Un triángulo amoroso encubierto.
· Rasgos de fetichismo.
· Un viaje por algunos sitios de la Ciudad de México.
· Una mujer tocada por la infidelidad.
· Dos amigos solidarios.
· Un político en apuros.
· Un diseñador de zapatos, un arquitecto y una actriz.
· Una historia narrada por una voz inesperada.
Sin
duda, una recomendable novela salpicada de actualidad. Y más que eso, de las
vivencias de tres personajes que no sólo se apoderan de la historia sino del
corazón del lector.
José
Antonio Galván Pastrana
Colonia
Narvarte, CDMX
10
de agosto de 2018
#LaLecturaNosHaceLibresyFelices
1 comentario:
Sólo agregaría, maestrísimo, que el arte es la premisa aglutinante de esa trinidad de sueños en perpetua ebullicion. Celebro tu reseña.
Publicar un comentario