viernes, 18 de junio de 2010

Hasta siempre, Saramago


Nuestra única defensa de la muerte, es el amor: JS


Despedida
por José Saramago
Agosto 31, 2009

Dice el refrán que no hay bien que cien años dure ni mal que perdure, sentencia que le sienta como un guante al trabajo de escritura que acaba aquí y a quien lo hizo. Algo bueno se encontrará en estos textos, y por ellos, sin presunción, me felicito, algo mal habré hecho en otros y por ese defecto me disculpo, pero sólo por no hacerlos mejor, que diferentes, con perdón, no podrían ser. Es conveniente que las despedidas siempre sean breves. No es esto un aria de ópera para poner ahora un interminable adio, adio. Adiós, por tanto. ¿Hasta otro día? Sinceramente, no creo. Comencé otro libro y quiero dedicarle todo mi tiempo. Ya se verá por qué, si todo va bien. Mientras tanto, ahí tienen “Caín”.
P. S – Pensándolo mejor, no hay que ser tan radical. Si alguna vez sintiera necesidad de comentar u opinar sobre algo, llamaré a la puerta del Cuaderno, que es el lugar donde más a gusto podré expresarme.

Esta mañana me levanté con una certeza: debía escribir una nueva entrada para el blog. Y es que mi lectura le está ganando a mi escritura. Por tanto, pensé: tengo cuatro reseñas pendientes: la de Rosa Montero, Instrucciones para salvar el mundo; la de Laura Restrepo, Demasiados héroes; la de Saramago, Caín; y la de Fuentes, Adán en Edén. Bueno, de la Montero ya la había escrito pero no publicado. Entonces me serviría como inicio de una reseña cuádruple. Se titularía: Dos escritoras y dos escritores. Y sería una mezcla de esas obras.

Cuando me dirigía a la UPIITA escuché la noticia en voz de Javier Solórzano: “Estamos por confirmarlo, pero El País publica en su portal que murió, a los 87 años de edad, el escritor portugués José Saramago”. Entonces me invadió una especie de nostalgia, ésa que los portugueses llaman saudade, y que en realidad es intraducible al español. De esos sentimientos que no pueden ser nombrados ni limitados ni expresados ni contenidos por las palabras. Una especie de vacío similar al que me produjeron las noticias sobre la muerte de Ibargüengoitia y Cortázar y Sabines y Kapuscinski y Benedetti.

De inmediato le hablé a Alejandra del Castillo, fan de Saramago, para que buscara en la red algo que confirmara esa nota. Quedó triste y sorprendida, pero buscó en internet, y mientras yo seguía al volante, ella me leía la crónica que daba cuenta del hecho.

Así es que tuve que cambiar la estrategia redactora, no para rendir homenaje a este portugués universal, sino para dejar constancia en este espacio de esa sensación de tristeza que nos invade cuando se va alguien que nos hizo disfrutar de la palabra, ya hablada, ya cantada, ya escrita.

Como decía, hace unos días (del 27 de mayo al 7 de junio) leí Caín, última novela publicada por Saramago. Imaginé, entonces, hacer la entrada para este blog suponiendo una conversación, a finales octubre de 2009, entre el Papa Benedicto XVI y el lector oficial de la Santa Sede. Éste le informaba al Papa sobre el contenido de la novela. La historia era más o menos así.

Lector oficial: Su Santidad (reverencia y beso en el anillo papal): Ayer por la tarde (el lector oficial del Vaticano lee dos obras al día, digo, ésa es su única chamba) leí la obra de ese escritorcillo portugués que se llama José Saramago. Seguro usted lo recuerda porque hace algunos años se le ocurrió publicar El evangelio según Jesucristo. Esa novelucha le causó un gran disgusto a Juan Pablo II. Incluso aquí en el Vaticano se discutió sobre la conveniencia de censurar ese dizque libro, pero al recomendar a nuestros fieles que no lo leyeran nos salió contraproducente, pues se agotaron con rapidez las distintas ediciones publicadas en más de cuarenta idiomas.

Benedicto XVI (habla en alemán, aquí sólo hacemos la traducción): Ahhh, sí, sí recuerdo. A ese tal Saramago el demonio lo inspiró para blasfemar en contra de Jesús. Imagínate, escribir que Magdalena era su amante, que Jesús tuvo hermanos, que José murió en la cruz… Bueno, y ahora qué.

Lector oficial: Pues ahora, Su Santidad, ese sujeto ha publicado un libelo que se titula Caín. Y yo recomendaría…

Benedicto XVI: No, no, no, no. Tú limítate a informarme sobre ese libro, no ha formular recomendaciones…

Lector oficial: Sí, sí. Perdón, Su Santidad. Le decía que ese sujeto en su nueva novela da al traste con los hechos bíblicos del Génesis y el Éxodo y del Antiguo Testamento completo. Hace una sátira de nuestra sagrada versión sobre el surgimiento de la humanidad y sobre la manifestación del poder del Único Dios Verdadero. Revuelve los hechos históricos pues no respeta el tiempo y pone en boca de Caín palabras ofensivas en contra de Dios, a quien tacha de injusto, caprichoso, vengativo, sanguinario y, sobre todo, alejado de los hombres. Caín es castigado por Dios por haber matado a su hermano Abel. Entonces Dios habla con Caín, lo marca en la frente y lo condena a una vida de errante por el mundo. Pero más que castigarlo, en la versión de Saramago, pareciera que Dios premia a Caín, pues lo hace fornicar con las mujeres más exquisitas sobre la tierra, testigo de las catástrofes de Sodoma y Gomorra (de las que sale ileso), interviene e impide la muerte de Isaac a manos de su padre Abraham, se pasea y convive con los castigados de la torre de Babel, se da cuenta que la mujer de Lot se convierte en estatua de sal, narra el incesto de las hijas de Lot con su padre, es soldado de Josué en la toma de Jericó y esclavo de Job cuando éste pierde hijos y riqueza; y por si eso fuera poco, es viajero en el arca de Noé y ahí produce un gran desgarriate. ¿Se da cuenta, Su Santidad?, no podemos permitir que Saramago trastoque la Historia Sagrada y haga de ella una sátira de mal gusto y se escude diciendo que es literatura y que Caín es sólo una novela.

Benedicto XVI: Bien, bien. No cometeremos el error de antes. De nada serviría, por ejemplo, amenazar con la excomunión a Saramago pues él es comunista, ateo y, para acabarla de amolar, amigo del subcomandante Marcos y de los zapatistas, defensor de los palestinos, descendiente de analfabetas que sólo estudió la escuela básica, campesino pobre que ganó un Nobel. No diremos nada, ¿entendido? Que Dios Todopoderoso ponga en su lugar a este fulano. Por cierto, ahora que tengas tiempo, chécate el blog de Pastrana, pues ya ves que seguido se queja que nadie lo lee ni lo comenta.

Lector oficial: Sí, Su Santidad, en seguida lo haré. Con su permiso (reverencia, beso en el anillo papal y salida de la oficina).

Así, único/a lector/a concluyo esta entrada llena, como dije, de saudade. Me quedo con ese vacío que nos produce la muerte de un escritor, que aunque se retire a edad avanzada dejó en el teclado o en el tintero muchas historias por contarnos, muchos mundos por describirnos, muchos personajes por presentarnos, muchos narradores para darnos a conocer sus historias...

PD. Quedan pendientes mis comentarios sobre Demasiados héroes, de Laura Restrepo, y Adán en Edén, de Carlos Fuentes.

Otra PD. Alejandra del Castillo (a) La Jinta o La Imss Creyrol, me recomienda que les recomiende entrar a http://cuaderno.josesaramago.org/ para disfrutar de las letras de este escritor portugués.

José Antonio Galván Pastrana
Tláhuac
18 de junio de 2010

3 comentarios:

juanito dijo...

Como siempre es exquisito leerle profe.
Saludos.

La Baronesa Rampante dijo...

Ya vino la Imss Klairol por acá y ya leyó.

Rafael Santiago Godoy dijo...

Maestro Pastrana un saludo y gracias por compartir la palabra.