Durante mucho tiempo busqué este libro. Lo encontré la madrugada del lunes 20 de agosto del 2007 en el aeropuerto de la Ciudad de México. Leí sus primeras 20 páginas como un encarte de la revista Proceso. Ahí empezó mi interés que tuvo que aguardar algunos meses hasta dar con el libro. Supe, también, que ya se rodaba la película protagonizada por Diego Luna. Entonces me invadió una angustia por leer el libro antes de que la imposición de la imagen cinematográfica me grabara la visión de los personajes.
Del 21 al 26 de agosto me complací al leer El búfalo de la noche, la novela de Guillermo Arriaga (extraordinario guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel), en la que nos presenta el triángulo formado por Tania Ramos, Gregorio Valdés y Manuel Aguilera. Éste se convierte en el narrador de una historia de locura-lujuria que no sólo atrapa a los tres mencionados sino que se extiende a Rebeca, Margarita y muchas otras.
En las primeras páginas sabemos del suicidio de Gregorio y, a partir de ahí, pasamos a un relato que va del presente al pasado y vuelta al presente en el que Manuel nos cuenta las distintas versiones de la locura de Gregorio, de Tania y de su propia locura.
Arriaga, con su habilidad de cineasta, es vasto en sus descripciones. Por ello el lector parece estar ante la una gran pantalla en la que se van mostrando una a una las imágenes de los distintos personajes. Por ello, el lector-espectador ve las acciones y personalidades de Laura (hermana de Tania) y a sus padres, a Margarita (hermana de Gregorio) y a sus padres, a las amigas de Manuel, y a los habitantes del motel Villalba, encabezados por su propietario Camariña, siempre solidario con Manuel.
Fui el habitante vouyerista del cuarto 803 del motel Villalba en el que se desarrollan las más importantes y lujuriosas acciones. Al parecer, todas ellas, marcadas por la locura de Gregorio que, con su muerte, marca no sólo su vida sino la de todos los personajes que le dan forma a El búfalo de la noche.
No puedo, como lector, dejar de mencionar los días que viví junto con el disfrute de esta novela: la partida de mis hijos, Sofía a cumplir su misión como observadora de la OEA en las elecciones de Guatemala y la notificación, el jueves 23, de ganadora de una beca en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, para estar un año en Washington. Y de Antonio, para disfrutar de otra beca que le dio la UNAM para ser alumno de la Universidad de Berkeley, en San Francisco, California. Todo ello aderezado por mi presentación, el martes 21, de mi examen de grado para obtener mi diploma como maestro.
Literatura que se mezcla con la realidad, realidad que al ser vivida parece una página literaria.
J. Antonio Galván P.
Colonia Moderna
26 de agosto del 2007
Del 21 al 26 de agosto me complací al leer El búfalo de la noche, la novela de Guillermo Arriaga (extraordinario guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel), en la que nos presenta el triángulo formado por Tania Ramos, Gregorio Valdés y Manuel Aguilera. Éste se convierte en el narrador de una historia de locura-lujuria que no sólo atrapa a los tres mencionados sino que se extiende a Rebeca, Margarita y muchas otras.
En las primeras páginas sabemos del suicidio de Gregorio y, a partir de ahí, pasamos a un relato que va del presente al pasado y vuelta al presente en el que Manuel nos cuenta las distintas versiones de la locura de Gregorio, de Tania y de su propia locura.
Arriaga, con su habilidad de cineasta, es vasto en sus descripciones. Por ello el lector parece estar ante la una gran pantalla en la que se van mostrando una a una las imágenes de los distintos personajes. Por ello, el lector-espectador ve las acciones y personalidades de Laura (hermana de Tania) y a sus padres, a Margarita (hermana de Gregorio) y a sus padres, a las amigas de Manuel, y a los habitantes del motel Villalba, encabezados por su propietario Camariña, siempre solidario con Manuel.
Fui el habitante vouyerista del cuarto 803 del motel Villalba en el que se desarrollan las más importantes y lujuriosas acciones. Al parecer, todas ellas, marcadas por la locura de Gregorio que, con su muerte, marca no sólo su vida sino la de todos los personajes que le dan forma a El búfalo de la noche.
No puedo, como lector, dejar de mencionar los días que viví junto con el disfrute de esta novela: la partida de mis hijos, Sofía a cumplir su misión como observadora de la OEA en las elecciones de Guatemala y la notificación, el jueves 23, de ganadora de una beca en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, para estar un año en Washington. Y de Antonio, para disfrutar de otra beca que le dio la UNAM para ser alumno de la Universidad de Berkeley, en San Francisco, California. Todo ello aderezado por mi presentación, el martes 21, de mi examen de grado para obtener mi diploma como maestro.
Literatura que se mezcla con la realidad, realidad que al ser vivida parece una página literaria.
J. Antonio Galván P.
Colonia Moderna
26 de agosto del 2007
1 comentario:
recibi tu mensaje toño, voy a leer tus lecturas, gracias
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