Hace un año, el 13 de abril de 2015, dejó de existir Eduardo
Galeano, ese escritor uruguayo que nos enseñó a mirar lo que estaba frente a
nuestros ojos y que nosotros no veíamos. Dejó ante nuestra mirada Las venas abiertas de América Latina, y
entonces nos sorprendimos de saber cómo nuestros pueblos fueron y son saqueados,
ninguneados, excluidos, engañados, explotados...
Al leer lo que Galeano escribe nos transformamos como él en un
Vagamundo, porque conocemos lugares,
épocas, personas, historias. Él también nos enseñó La canción de nosotros y la interpretamos en aquellos esplendorosos
y aciagos Días y noches de amor y de
guerra.
Por él llegamos a tener Memoria
del fuego: ésa que se divide en tres: Los
nacimientos, Las caras y las máscaras
y El siglo del viento. Eduardo nos
habló de la amistad en la vida cotidiana, pero también en el dolor del encarcelamiento,
la tortura y el exilio. Para que lo comprendiéramos plenamente nos escribió El libro de los abrazos, y gracias a sus
historias desgarradoras Nosotros decimos
no y tampoco queremos Ser como ellos.
Galeano nos llevó a caminar por otros confines gracias a Las palabras andantes, y, aunque muchos no
lo crean conocía y disfrutaba El fútbol a
sol y sombra. A él se le debe esa verdad verdadera: uno puede cambiar de
pareja, de religión, de nacionalidad, de orientación sexual, de trabajo, de
ciudad… pero nunca de equipo de futbol. Y por eso nos presentó detalles de ese
deporte que nos permitieron entender más de nuestra propia cultura.
Tiempo después, nos regaló un análisis inspirado en el
espejo de Alicia: Patas arriba. La escuela
del mundo al revés, ése que “Al fin (principio) del milenio es el mundo tal
cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en
los pies”. Tiempo y espejos se materializaron en dos obras: aprendimos a besar
con las Bocas del tiempo y a
reflejarnos en los Espejos. Una historia
casi universal. El último libro que presentó es como un regalo calendárico,
ahí estamos todos los humanos Los hijos
de los días, porque somos fuego y viento y agua y tierra y relato e
historia y utopía. Y nacimos un día que ese libro contiene.
Cuando él se fue, nos dejó preparados otros tres regalos. Él
sabía que se iba, pero no cuándo. De sus historias ya escritas seleccionó
aquéllas que hablaban de Mujeres y
con esos textos hizo un nuevo libro. También realizó una interpretación libre
del Popol Vuh y dio a luz Las aventuras
de los jóvenes dioses. Por último se definió a sí mismo, pues Galeano
siempre fue El cazador de historias,
que además tenía el don supremo de saber contarlas y de abrir las ventanas para
que nosotros las pudiéramos ver.
Colonia Moderna
13 de abril de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario