Estimado Jorge:
Desde el pasado 9 de octubre y hasta la tarde de hoy me di a la tarea de recorrer la historia que nos cuentas en tu novela más reciente No será la Tierra.
Fue un recorrido apacible gracias a que desde las primeras páginas nos adelantas la meta a la que habrán de llegar tus personajes. Entendemos el dolor que abrasa a dos de tus protagonistas: Irina y Jennifer y el final de una tercera: Éva; y cómo sus vidas se entrecruzan gracias al escritor en el que te mimetizaste, Yuri Mijáilovich, que prestó su mano para escribir tu novela. Pero al mismo tiempo pudimos ver, como lectores, la transformación que van sufriendo otros seres humano-literarios como Arkadi y Oksana, Allison y Jack...
Todas estas historias personales no se sitúan en un poblado perdido de la geografía universal sino que la abrazan completa (una especie de Macondo global): de Nueva York a Zaire, de Washington a Berlín, de Moscú a México, de Leningrado a Yenín... y cómo los destinos de los pueblos son dictados por las mentes brillantes del FMI o sus economías determinadas por los designios de Wall Street.
Chernóbil y la caída del Muro, el mundo comunista que se consume, el afianzamiento del capitalismo, las voces contrarias al neoliberalismo y las acciones que lo defienden y lo sustentan, son el contexto histórico e histriónico de lo que nos relatas: el mundo de fin de siglo y de milenio, determinado, también, por el avance de la ciencia y el desciframiento de los secretos del ser humano encapsulados en el genoma.
Y por si esto fuera poco, o mejor dicho, por si no fuera bastante, volvimos al mundo gobernado por las mentes a veces lúcidas pero más que nada enfermas de los Gorbachov y los Yeltsin, los Reagan, los Bush y los Clinton o por los actos lucrativos de las transnacionales y los insuficientes actos de rechazo de los globalifóbicos.
Qué recorrido. Repaso de un pasado reciente que en nuestro sueño aletargado aún no acabamos de percibir, y menos aún, de comprender. Ahí está el valor literario e histórico de No será la Tierra; ahí está la razón de sus innumerables personajes, reales y ficticios; ahí está la pluma de Jorge Volpi, hacedor de novelas.
Donde te encuentres, en el ombligo del mundo o en la ciudad tres veces santa, en el eje del cosmos o en una ciudad de anchas calles, en una isla rodeada de caníbales o en una dársena fantasma, recibe un abrazo afectuoso de tu lector y amigo:
J. Antonio Galván P.
Desde el pasado 9 de octubre y hasta la tarde de hoy me di a la tarea de recorrer la historia que nos cuentas en tu novela más reciente No será la Tierra.
Fue un recorrido apacible gracias a que desde las primeras páginas nos adelantas la meta a la que habrán de llegar tus personajes. Entendemos el dolor que abrasa a dos de tus protagonistas: Irina y Jennifer y el final de una tercera: Éva; y cómo sus vidas se entrecruzan gracias al escritor en el que te mimetizaste, Yuri Mijáilovich, que prestó su mano para escribir tu novela. Pero al mismo tiempo pudimos ver, como lectores, la transformación que van sufriendo otros seres humano-literarios como Arkadi y Oksana, Allison y Jack...
Todas estas historias personales no se sitúan en un poblado perdido de la geografía universal sino que la abrazan completa (una especie de Macondo global): de Nueva York a Zaire, de Washington a Berlín, de Moscú a México, de Leningrado a Yenín... y cómo los destinos de los pueblos son dictados por las mentes brillantes del FMI o sus economías determinadas por los designios de Wall Street.
Chernóbil y la caída del Muro, el mundo comunista que se consume, el afianzamiento del capitalismo, las voces contrarias al neoliberalismo y las acciones que lo defienden y lo sustentan, son el contexto histórico e histriónico de lo que nos relatas: el mundo de fin de siglo y de milenio, determinado, también, por el avance de la ciencia y el desciframiento de los secretos del ser humano encapsulados en el genoma.
Y por si esto fuera poco, o mejor dicho, por si no fuera bastante, volvimos al mundo gobernado por las mentes a veces lúcidas pero más que nada enfermas de los Gorbachov y los Yeltsin, los Reagan, los Bush y los Clinton o por los actos lucrativos de las transnacionales y los insuficientes actos de rechazo de los globalifóbicos.
Qué recorrido. Repaso de un pasado reciente que en nuestro sueño aletargado aún no acabamos de percibir, y menos aún, de comprender. Ahí está el valor literario e histórico de No será la Tierra; ahí está la razón de sus innumerables personajes, reales y ficticios; ahí está la pluma de Jorge Volpi, hacedor de novelas.
Donde te encuentres, en el ombligo del mundo o en la ciudad tres veces santa, en el eje del cosmos o en una ciudad de anchas calles, en una isla rodeada de caníbales o en una dársena fantasma, recibe un abrazo afectuoso de tu lector y amigo:
J. Antonio Galván P.
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