lunes, 27 de noviembre de 2006

Laura Restrepo, Leopardo al sol

El feriado del 20 de noviembre comencé la lectura de esta novela, la concluí una semana después: el 27. Es la cuarta que leo de Laura Restrepo, y reafirmó en mí a la magnífica escritora que descubrí en Delirio, que me maravilló en La isla de la pasión y que me llenó de placer lector en La multitud errante.

En este Leopardo al sol, la colombiana nos presenta la historia de dos familias del desierto: los Barragán y los Monsalve, familias con lazos sanguíneos que se enfrascan en una venganza perenne que sirve de hilo conductor a esta historia.

Los parientes enfrentados deben abandonar el desierto. Unos se van a la ciudad y otros al puerto. La grandeza económica de ambos, producto de las actividades ilegales en una Colombia que se empieza a desarrollar en el arte del narcotráfico, sólo tiene como objetivo su autodefensa y el exterminio de los contrarios. Más que la sangre derramada y la muerte que habita en cada página de la obra, se rescatan los recursos de la autora para contarnos una historia a muchas voces. El relato del narrador objetivo es acompañado, aclarado o adelantado por las voces anónimas de los vecinos o de los testigos de esa lucha cruenta entres los Barraganes y los Monsalves.

Los personajes y la historia adquieren tintes garciamarquianos: la fuerza y la rudeza de los hombres sólo se explica a la luz de la fuerza, la rudeza, el instinto y el amor de las mujeres. Ante nuestros desfilan los Barraganes: Nando, Narciso, Raca, Arcángel, la Muda, la Mona, Severina…; los Monsalves: Adriano, Mani, Frepe…; y los otros, los que le dan consistencia y razón de ser o no ser al destino descrito por el Tío: Milena, Marco Bracho y su viuda Soledad, Alina Jericó, el abogado Méndez, Roberta Caracola, Fernely, Melba Foucon, Willi Quiñones, el Bacán…

Una historia digna de ser leída, producto de la pluma magistral de la Restrepo que en las últimas líneas descorre la cortina de su hacer literario: la gratitud a Gabo “…porque su genio medio nos aplasta, medio nos ilumina”. En este caso, la luminosidad es total.

J. Antonio Galván P.
Tláhuac
27 de noviembre del 2006

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